Cómo pasa el tiempo. Echando la vista atrás, nuestra casa Casaldomar no parece que haya cambiado tanto. Poca diferencia hay desde las primeras líneas que el arquitecto que la diseñó, Rafael Arizcun, hizo en el año 38 y el dibujo que 50 años después realizó el padre de los actuales propietarios, José Luis Nogueira Rodríguez.
Dos dibujos similares pero con trazos completamente distintos: uno elaborado bajo el punto de vista profesional, buscando la geometría arquitectónica; otro, bajo la subjetividad del cariño a Casaldomar, intentando reflejar la belleza y el sabor del que era su hogar.
Ambas ilustraciones, aunque en blanco y negro, tratan de reflejar la frondosidad del verde de los jardines de la casa y el que, por supuesto, se puede contemplar desde las ventanas que observan Cortegada. Dos diseños que pretenden plasmar la proximidad de la ría en una casa donde el viento sopla con aroma a mar. Un par de gráficos que pintan una chimenea humeante que habla del calor hogareño de una casa acogedora y familiar.
En definitiva, echando la vista atrás, nuestra casa no ha cambiado nada. Ninguna diferencia hay entre ambas siluetas, ya que representan la misma estampa de la que actualmente nuestros huéspedes pueden disfrutar: Casaldomar.