A veces posado en el portal, otras acostado en el banco de piedra. De una forma u otra, la entrada al jardín de Casaldomar siempre está custodiada por un loro de madera, al que le hemos puesto el nombre de “El pájaro del riego”.
El loro apareció entre utensilios para el jardín en uno de los armarios, cuando la casa estaba en reformas. Muchas de esas herramientas se trasladaron de sitio y otras muchas se desecharon, pero mientras duraron las obras el lorito esperó paciente sobre el portal a que alguien decidiera su futuro, viendo entrar y salir albañiles, muebles y botes de pintura. Intentando, además, que nos acostumbráramos a ver su esbelta y colorida silueta al entrar. Pero todo indicaba que al abrir las puertas a los primeros huéspedes, la figura del loro no podría seguir ahí. Unos días antes de que estos llegaran, de una forma casual, nuestros jornaleros lo utilizaron para avisar de que hacía falta regar: si estaba tumbado en el banco la huerta estaba regada, si el pájaro estaba en el portal la tierra estaba seca. Este método gustó y desde entonces sirve de sistema de comunicación con nuestros jardineros.
Así fue como la figura de madera tallada pasó a ser “El pájaro del riego” y pudo quedarse en nuestro característico portal.