El mar siempre ha sido una fuente de inspiración para grandes artistas, como lo fue para nuestra querida Rosalía de Castro, pero también lo es a diario para los vecinos de Carril que hacen de él su lugar de trabajo. Y es que el mar, empujado por la fuerza gravitatoria del Sol y la Luna, baja permitiéndole el paso a los mariscadores de la zona. Enfundados en sus botas, cargados con sus ganchas y acompañados de sus capachos, los carrilexos recogen almejas y berberechos en sus viveros delimitados por estacas. Su trabajo consiste en levantar los bivalvos enterrados, “peneirarlos” con ayuda del agua en el cesto de la propia gancha para eliminar la arena y los ejemplares más pequeños, y luego, separarlos manualmente según las diferentes razas. Esta tarea la repiten incesantemente para llenar sus redes de marisco. Mientras tanto, las gaviotas los vigilan con sigilo para aprovechar cualquier despiste que les permita robar alguna pieza. Todo ello está marcado por un horario que varía según la marea, por lo que, la jornada termina cuando el mar, con la misma velocidad que se fue, vuelve cubriendo por completo los parques de cultivo.

Esto hace que Carril sea un sitio digno de visitar, no solo para degustar las almejas que aquí se cultivan, sino también para observar esta labor ancestral que mantiene al pueblo. Es por ello, que la ubicación de nuestro hotel Casaldomar, a orillas del nacimiento de la Ría de Arousa y la desembocadura del río Ulla, es el lugar idóneo para contemplar desde sus ventanas y balcones esta preciosa estampa.

Almejas y berberechos de Carril   Gancha apoyada en capacho con Cortegada al fondo

Mariscador gancheando en un vivero de Carril

Escoger marisco de forma manual   Mariscador peneirando almeja con la gancha

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